Archivo de 26 enero 2008

La verdad es que yo no la conocí­, ni mucho menos, pero es una de las “batallitas” que más recuerdo de las contadas por mi padre de la Zaragoza en los años 30.

Tendrí­a mi padre entonces alrededor de 10 años y, como para casi todos por entonces, la calle era tan escuela como los libros y la picaresca se uní­a a lo cotidiano.

La Tía Pochocha supongo que sería mayor. Para mi padre era una vieja, por lo que le podríamos echar los 60 o 70 sin equivocarnos mucho. El descubrimiento del sexo por parte de un preadolescente de entonces supongo que sería complicado y nuevamente la calle era la que lo proporcionaba y, en este caso, la Tía Pochocha.

Mi padre y sus amigos acudían esporádicamente a su casa, situada según creo recordar por el barrio San Pablo, cruzando General Franco (actual Conde de Aranda) desde la calle Agustina de Aragón donde vivían. Por unos pocos “riales” la Tía Pochocha se subía la falda y mostraba sus avejentados “encantos” para disfrute, y a veces vergüenza, de los más pequeños. Era un ritual iniciático para ellos, sin televisión, revistas ni nada que les permitiera adentrarse en ese mundo.

Un día estos pequeños pagaron pero la Tía Pochocha les negó el espectáculo, riéndose de su inocencia. Ellos se enfadaron pero tampoco podían hacer mucho. Al fin y al cabo no lo iban a contar… Pero en su picaresca idearon un plan.

Unos días después acudieron a su casa con algo escondido en los bolsillos de esos pantalones mil veces remendados. Pagaron a la Tía Pochocha y ella, temiendo perder la clientela, mostró sus partes íntimas una vez más. Entonces los chicos sacaron las “tostas” de barro que habían preparado al efecto y las dispararon directamente contra la vulva de la señora.

Creo que los gritos tanto de dolor como de amenaza se oyeron hasta en Torrero. También fueron memorables las risas…

Ni que decir tiene que no volvieron a casa de la Tía Pochocha y que, a veces, atravesar el barrio de San Pablo requería de algunos rodeos.

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Tras unos años con mi utililitario actual, decido cambiar de coche. Como lo mío son los vehículos familiares, decido ir al concesionario (o es confesionario, no lo recuerdo) para preguntar modelos y precios.

Elijo un Renault Scenic PRIVILEGE 1.9DCI 130 CV E4 que así cabe de todo y no está mal, le añado casi todos los accesorios que puedo (al fin y al cabo, no se hace todos los días) y pregunto el precio:

– Pues son 30.353,99 € IVA incluido que, sumándole el Canon, se le queda en solamente 32.782,31 €.
– ¿El canon? ¿Qué canon? Creía que únicamente se aplicaba el Canon de Autores a aparatos musicales, CD, informática, fotocopiadoras y esas cosas. No sé qué tiene que ver esto…
– Pero, hombre, ¿usted en qué país vive? Me refiero al Canon para el Colegio de Médicos, al Canon Vehicular…
– ¿Canon Vehicu… qué?
– Efectivamente usted vive en otro planeta. Ya sabe, el Canon que todos debemos pagar por tener un vehículo.
– Pues no caigo, ¿me lo explica?
– Pues mire, este coche se mueve y por tanto usted puede emplearlo corriendo más de la cuenta y eso produce accidentes que hacen trabajar más de la cuenta a los pobres facultativos. Y ya sabe… ellos deben recibir un emolumento por ello.
– Pero, oiga, es que yo no corro más de la cuenta, yo respeto las señales y procuro no provocar accidentes.
– Ya, eso decimos todos, pero “hay que pagar justos por pecadores”. Si quiere un vehículo, tendrá que añadir a su coste el Canon.

Me quedo mirando con cara de estúpido. No comprendo pero, recapacitanto y recordando, tampoco entendí nunca porque debía pagar el Canon Digital a la SGAE por comprarme un nuevo disco duro en el que guardar mis fotografías. Entonces me decían que era porque aunque yo guardara archivos que no pertenecían a ningún autor, podía hacerlo y que por ello era sospechoso de piratería y, claro, los autores no podían vivir así.

– No lo entiendo. Con el mismo argumento podrían reclamar un canon los de las grúas, empresas de seguro, etc.
– Efectivamente, en eso están. No creo que tarden mucho en aplicarlo. Por ello le aconsejo que compre este vehículo lo antes posible. Ahorrará bastante, aunque parece que lo quieren hacer con carácter retroactivo.

Así estamos. La presunción de inocencia o la prueba de delito parece ser que únicamente es aplicable en delitos de sangre. En estas cosas pequeñas todos somos culpables.

Aunque no sirva de mucho, ¡todos contra el canon!.

www.todoscontraelcanon.es

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