El personaje de este capítulo quinto no cumple uno de los adjetivos de su título, al no ser desconocido debido a la celebridad otorgada por algunos artículos de prensa, libros y, sobre todo, en una canción del abuelo José Antonio Labordeta. Pero aun con todo, no me resisto a dejar de comentar alguna cosa, probablemente debido a tres grandes razones: la primera por su excentricidad en el ejercicio de su profesión; la segunda por ser un gran representante del surrealismo aragonés; y, por fin, la tercera por ser otro de los personajes que mi padre comentaba entre risas.
El baulero, cuyo nombre real era Pedro Díaz Layús (aunque en la canción de Labordeta le denomina “Mariano Elías el Baulero”, creo entender), vivió en la Zaragoza de posguerra. Dicen las crónicas que de joven fue banderillero y rejoneador, y eso le marcó su afición taurina. Su profesión era la de fabricante y transportista de baúles y lo curioso era que las entregas las realizaba montado en bicicleta.
La Zaragoza de entonces, años 40 y 50, no era la del tráfico actual, pero aún con todo ya había cierto trajín que era esquivado y driblado con la habilidad propia de un artista circense. Me hubiera encantado observar su presencia erguida y orgullosa por las calles del barrio de San Pablo toreando automóviles y tranvías con su mercancía (uno o dos baúles) en la parte trasera de la bicicleta.
Pero probablemente lo más curioso fue su conjunción de bicicleta y toreo. Dicen que llegó a rejonear en la plaza a un toro desde su bicicleta y a mi me resulta absolutamente surrealista la escena. Fiel discípulo y colega de Buñuel, a buen seguro.
Mi padre contaba, entre risas de recuerdos, como todos los transeúntes de la calle General Franco (actual Conde de Aranda) le aplaudían a su paso, mientras el gritaba “Soy el Baulero, el mejor torero”. Decía que era querido y reconocido, que toreando coches era mejor que con la capota y que su muerte, tan paradójica como su personaje al ser atropellado por un coche cuando iba andando, fue muy recordada.
Otros artículos y sonidos lo recuerdan y aconsejo su consulta:
- Artículo sobre el barrio de las Armas en la sección del barrio San Pablo de la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento.
- Mariano Gistain lo nombra cuando habla de su hijo, Peter Diz, maestro de magos en El taller de magia de Peter Diz.
- El libro (del cual he incluido la ilustración realizada por Berta Lombán al inicio) “El baulero y otros personajes” de Raimundo Lozano (Ed. Ibercaja Obra Social y Cultural, 2000) nos traslada a esa época en un soberbio relatillo sobre este personaje.
- Y, como no, la canción de Labordeta, del álbum “Tú, yo y los demás” que incluyo aquí
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